Desde esta tristeza que vale la pena sentir construiremos la
alegría de la Patria Grande, en que valga la pena vivir. Porque los que estamos
acostumbrados a perder, sabemos resurgir siempre desde las sombras. Ni Néstor,
ni Chávez aflojaron en los momentos más difíciles y no lo haremos nosotros.
El comandante y el compañero, dieron por tierra con el nuevo
plan de dominación de Estados Unidos sobre la Patria Grande, diciéndole al ALCA,
ALCA-RAJO, y no retrocederemos un paso en ese camino, como no retrocederemos en
la redistribución de la riqueza, en la reivindicación de los humildes, en la
inclusión social. Sobre esa base seguiremos avanzando, porque los pueblos
haciendo la historia son, como decía Perón, como un río caudaloso, al que se lo
puede desviar un poco, torcer el rumbo, retrasar su avance, pero jamás se lo
puede detener. Nosotros somos ese río, regado por la sangre de Artigas, de San
Martín, Perón, Evita, Néstor, Chávez, nuestros 30 mil desaparecidos y todos los
combatientes de esta tierra.
Dirán de Chávez que era un dictador, pero no es cierto. El ejercicio
democrático en Venezuela, con su referéndum revocatorio, es un ejemplo para las
democracias del mundo, pero estamos acostumbrados a que la historia oficial y
los medios hegemónicos nos mientan, por eso creemos en la emoción de nuestro
pueblo, en sus lágrimas, en los millones de jóvenes que hoy sienten la muerte
del comandante como sintieron la de Néstor. En los sentimientos de nuestro
pueblo está la verdad de nuestra historia, esa que no matan las balas.
Hoy despedimos a un grande. Chávez era el corazón de la
Patria, un corazón oscuro y ardiente, como somos los humildes de esta tierra,
en su lugar latirán todos los corazones de América.
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