Un nuevo 8 de marzo nos encuentra trabajando y militando.
Trabajando por la igualdad de derechos y oportunidades, y militando este
proyecto que tanto nos llena el alma. Pero también nos encuentra atentos a lo
que falta, a lo urgente, a lo importante y a lo necesario. Somos jóvenes y
somos despiertos, sabemos que falta mucho y sabemos que mucho se hizo.
En 1977, La Organización de las Naciones Unidas (ONU)
proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y
la Paz Internacional y, particularmente, en este 2013 se centra en el tema “Una
promesa es una promesa: momento de pasar a la acción para acabar con la
violencia contra las mujeres”.
Y no podemos decir que no se haya pasado a la acción, pero
tampoco se puede decir que alcance. Programas como Salud Sexual y Reproductiva,
Plan Nacer, Remediar; avances significativos con leyes contra la Trata de
Personas, la violencia machista; el cierre de prostíbulos en algunas
provincias; nos plantean un panorama alentador en Argentina en materia de
derechos que amparan a las mujeres y nos ponen, a algunas, a salvo; al menos
desde aquello que al Estado le compete. Y se celebra!
Pero lo que más cuesta es el cambio cultural, ese que viene
de todos, de cada uno, de la conciencia. Ese cambio de mujeres machistas,
hombres misóginos, y víctimas sin escape. Ese que nos haga abrir los ojos a
todos, que nos ayude a desnaturalizar, que no lo permita. Y ese cambio es el
más difícil, el que deja sabor amargo, el aguafiestas, el que mata toda
celebración.
La declaración de este día viene del año 1911, cuando un
incendio de una fábrica en EEUU mató a 146 trabajadoras explotadas y
encerradas, que murieron incineradas. Incineradas como Wanda Taddei y otras 46;
explotadas y encerradas como Marita Verón y otras miles en redes de trata;
asesinadas como hoy…por ser mujeres… Y es esto lo que no cambia. Esta
concepción patriarcal y machista de las relaciones, en las que el hombre se
cree con cierto poder natural sobre la mujer y la mujer cree que está bien que
así sea.
En Argentina hay un femicidio (mujer que muere a manos de un
hombre que la cree de su propiedad) cada 48 horas, pero hay un cómplice por
minuto. En el trabajo, la escuela, la familia, las relaciones amorosas y de
amistad, las mujeres estamos expuestas a esta mirada que nos reduce, nos
objetiviza y nos pone en condiciones de inferioridad; pero también expuestas al
silencio de los que callan.
Por eso, desde la Juventud de la Corriente Renacer
Peronista, en este 8 de marzo proponemos un cambio en la acción. No regales ni
flores, ni bombones. Acompañá a tu vecina a hacer la denuncia; defendé a tu
compañera de trabajo del maltrato del jefe; acompañá a tus amigas cuando veas
signos de violencia en el noviazgo…pero sobre todo miremos hacia adentro y
pensemos cada uno en qué hacemos para que esto pase…o no pase… En el día de la
mujer comprometámonos a la acción…Ni una mujer menos, ni una víctima más!
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