Hay selección y hay intención en la elección de una palabra. Si decimos gente, estamos excluyendo términos equivalentes aunque no iguales como vecino, ciudadano, pueblo, persona. En esa elección está la construcción del sentido, lo que se quiere decir, y debajo de esa elección está la ideología. Si bien gente, puede ser entendido como una generalidad, como un todos, al agregarle el calificativo bueno, estamos segmentando. No se es como todos. Gente, tiene cierto aire aristocrático: gente como uno, viste.
Como decíamos antes, la posición que adopta el slogan, configura un nosotros y un otros. Se entiende que ese otro que determina, no es buena gente. Si se es buena gente se obra bien, todo lo que se hace es bueno, en tanto que los otros, la mala gente son culpables de todo lo malo y todo lo que hagan será malo. Es decir, se es antológicamente bueno o malo, eso no tiene nada que ver con nuestras acciones y elecciones, es una cuestión de orden divino.
Aventurándonos en complejo campo de la psicología, podemos decir que quien se califica y autoproclama, pretende reafirmar aquello en lo que se sabe débil.
Corre dijo la tortuga, reza la canción de Joaquín Sabina. Síganme que no los voy a defraudar, repetía un ex presidente.
Que sos buena gente es algo que deben decir los demás, no uno mismo, por más que lo pienses.
Como vemos, al decir que sos Buena Gente, en realidad no decís nada concreto pero decís mucho. No ponemos en duda la bondad de Halle, sería un contrasentido decir lo contrario a lo que él postula, pero sí quedan algunas dudas: ¿qué es ser buena gente para Halle?¿quiénes son esa buena gente que forma parte del círculo? Y ¿quién será la mala gente sobre la que se destaca el intendente?
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