jueves, 24 de febrero de 2011

Los jóvenes volvemos a ser protagonistas de la historia

Convocamos a todos los jóvenes del movimiento nacional y popular al acto de hoy, a las 19:30, en calle Almirante Brown, entre Blas Parera y Rondeau, en Paraná.
En este acto, en que se recuerda el primer triunfo electoral del peronismo en febrero de 1946, los jóvenes ocuparemos un lugar muy importante en la convocatoria, la movilización y en la construcción del sentido que tiene para nosotros estar viviendo una situación que muchas veces escuchamos de boca de nuestros padres y abuelos, pero hasta 2003, nunca habíamos conocido.
 
La disputa por el significado, por decir qué es el peronismo, está hoy, y desde hace 8 años, en el centro de la contienda política. ¿Es el peronismo un movimiento nacional y popular, con su horizonte puesto en la justicia social, la soberanía política y la independencia económica? O, como lo propone el partido federal: ¿Es una herramienta al servicio de los poderes concentrados de la economía, subordinado a los intereses extranjeros, que en lo social pone el acento en la búsqueda individual del progreso económico?
Los jóvenes consideramos que el peronismo de nuestros padres, el que conocieron nuestros abuelos, es ese sentimiento que les dio identidad a los pobres, a los excluídos, a los peones explotados por los terratenientes. Vemos en el peronismo esa raíz criolla, mestiza y originaria por la que lucharon los caudillos federales, esa patria grande con la que soñaron San Martín y Artigas y de la que Perón fue continuador.
Ante el avance del pueblo que representa el kirchnerismo, y con él la reactivación de esa contradicción histórica en que se desarrolló el devenir de nuestra Argentina, y que tanto se parece a la historia de los pueblos hermanos de Latinoamérica, los jóvenes decidimos ser parte de la historia. Por un lado, porque desde este gobierno peronista se nos convocó a ser protagonistas, y por otro, porque la rebeldía del querido Néstor nos sedujo.
 
Con la vuelta del peronismo real, también se dio la aparición de sus enemigos históricos, esos mismos que antes apoyaron a Braden, a la revolución fusiladora del 55, a la proscripción del peronismo, a las distintas dictaduras. Los mismos que alguna vez golpearon las puertas de los cuarteles, porque no lograron jamás detener esta corriente nacional y popular, que viene desde lo más profundo de la historia, con los medios que da la democracia. Así apelaron al genocidio, esa estupidez de pretender una solución final. Pero sabemos que los pueblos, cuando toman en sus propias manos la realidad y comienzan a modificarla a través de la política, escribiendo así la historia colectiva, son como los ríos a los que se les puede poner una represa, contenerlos, frenar su avance momentáneamente, pero finalmente terminan rompiendo las compuertas, haciendo estallar el paredón, colándose por las grietas, hasta retomar nuevamente su cauce.
 
Sobre ese proceso hay una disputa donde lo que se pretende es negar la historia de los sectores populares, que no aparece en los libros, que no tiene lugar en los anaqueles. Negar el saber popular, para que cada vez que el pueblo decide actuar en busca de sus intereses que no son otros que los intereses de la Nación, parezca que es la primera vez que sucede, para que se nos haga creer que las cosas son así y siempre fueron así, que no se pueden modificar la injusticia, la exclusión, el racismo. Para mantener el rico su riqueza y para que el pobre acepte como natural su pobreza. Por ello, el peronismo es una continuidad en la historia de nuestro pueblo, tal vez la expresión más acabada de un movimiento nacional pacifista, plural y democrático.

Echando mano a la historiografía liberal, los Jourdán, y todos los opinólogos de la derecha, disfrazados de serios y agudos observadores de la historia, nos proponen una historia sin pueblo, una historia sin conflictos, una historia sin vencedores ni vencidos, cuyo objetivo profundo es mantener el poder en manos de los que lo consiguieron a sangre y fuego y proponer el silencio y la resignación a las víctimas de la más cruel de las dictaduras, primero, y del modelo individualista y vende patria del neoliberalismo después. Es decir, destruir al peronismo como movimiento nacional y popular. Ese peronismo que hoy, en manos de los jóvenes, vuelve a renacer.

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