martes, 12 de julio de 2011

La estrategia de la impotencia

Las declaraciones de los pocos integrantes que quedan en el Frente Entrerriano Federal tienen bastante de odio y mucho de impotencia. Aquella impotencia que suele llevar a las personas a creer en fuerzas sobrenaturales para resolver lo que ellos no pueden. Prenderse y festejar que Macri haya sacado el mayor porcentaje de votos en la primera vuelta de las elecciones a Jefe de Gobierno de la CABA, y ver allí el comienzo de la debacle del proyecto nacional y popular, es nada más que expresión de la imposibilidad de los federales, que en última instancia solo dejará alguna que otra nota en La Nación.
La escalada destituyente que creyó ver en la pelea por la 125 una pueblada en contra del gobierno nacional, solo empeoró la situación de los pequeños y medianos productores del agro, proyectó figuras salidas del interior de las patronales agroexportadoras a la arena política que poco y nada modificaron ese escenario. A poco de andar el gobierno de Cristina, todas las expectativas que hoy renacen tímidamente, rodaron por el suelo.
Quienes consideran que esto puede ser el inicio del fin del proyecto nacional y popular, subestiman a la militancia y al pueblo. Además de no tener en cuenta los siguientes datos: el FEF no tiene candidatos nacionales para competir en octubre, tampoco participa de las internas de agosto, Macri no es una figura nacional si no un mandatario municipal, que se bajó a su distrito, justamente porque sabía que sería un gran derrotado frente a Cristina, las fuerzas que sí compiten en las presidenciales hicieron una pésima elección, con una salvedad, la de Filmus, que mejoró el rendimiento obtenido por el FPV en la elección anterior a Jefe de Gobierno. El FPV le sacó 15 puntos de ventaja a su seguidor, Pino Solanas de Proyecto Sur, que desmanteló su armado nacional para refugiarse en capital y apostando a entrar la segunda vuelta perdió la mitad de sus votos. Otro dato es el que menciona José Cáceres: en la mayoría de los lugares donde se votó, ganan los oficialismos, cuando una debacle se inicia con una ruptura del esquema vigente. Es de resaltar que no es el propio Busti, si no sus laderos, quienes difunden el mamarracho propuesto por Duhalde, que tampoco compitió en la CABA, tratando de mantenerse lo más alejado posible de los papelones. Solo el Partido Obrero se plegó a la estrategia derrotista de los federales más Duhalde, quienes festejan el triunfo de quien, haciendo gala de egoísmo político, los ninguneó y cacheteó hasta último momento. En definitiva, si Flores necesita que las elecciones porteñas le brinden un muestreo de cómo le irá al FEF, debería compararse con los resultados obtenidos por Castrilla, más cercano ideológicamente a la fuerza que integra.  

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