lunes, 16 de mayo de 2011

Para no nos

Hace un tiempo, el actual intendente José Carlos Halle se burlaba de los vecinos de la ciudad que mostraban su preocupación ante los avances en los negocios inmobiliarios impulsados por la gestión municipal. El chiste fácil y de mal gusto consistía en decir que en vez de llamarse Paraná, la capital entrerriana debería tener el nombre de Parano, porque los vecinos a todo le decían que no. El único error de los vecinos fue que deberían haberle dicho que no al “Turco” cuando se postuló a la intendencia y toda la militancia peronista de la cual reniega ahora lo llevó a recorrer los barrios que nunca había pisado.

Algún desprevenido que escuchase aquél chiste de guacho pistola, podría haber interpretado que teníamos un intendente fresco, espontáneo, joven, que se mofaba de las resistencias que ponía una sociedad pacata y conservadora ante los avances de lo nuevo, moderno y democrático. El tiempo suele aclarar confusiones y hoy, a la luz de los hechos vemos cómo, la gestión Halle, se convirtió en una de las más conservadoras y reaccionarias en términos sociales y culturales.
Al mérito de ser lo más parecido a la intendencia de Mauricio Macri en la ciudad autónoma, le debemos agregar que esta gestión excluyó a los jóvenes de la vida social, cultural y política como ninguna antes lo había hecho.

Al comienzo de su gestión hizo sacar con la policía a los pibes que se juntaban en el Rosedal, porque molestaban a los buenos vecinos que allí viven y que probablemente, en su mayoría, terminen votando al radicalismo o a alguna variante de la derecha antiperonista.

Luego los corrió de la peatonal, donde se juntaban de forma masiva, a socializar con otros que pasan por la misma situación: en las sociedades capitalistas modernas, no hay espacios públicos para el encuentro, todo lo que tenga que ver con la vida social de las personas ha sido privatizado, y a hacia esos lugares empuja la municipalidad.
Con una política sistemática, la gestión municipal corrió de la calle a los jóvenes, y lo sigue haciendo.

En cualquier otra capital provincial uno se encuentra con parques donde los pibes pueden ir a practicar con sus skates, bicis, rollers, patines, y pelotas de fútbol o básquet. Nada de eso existe en la ciudad de Paraná, al contrario, como los jóvenes no cuentan con esos espacios, utilizan cualquier lugar que se preste. En respuesta reciben la expulsión y los ataques de las personas mayores que ya no recuerdan su juventud y adolescencia, y los acusan de vándalos, faloperos o chorros.

Todo lo que se ha construido ha sido para el negocio privado, y los lugares ya existentes como los Centros Culturales o parques, han sido abandonados. Ninguna política dirigida a los jóvenes ha sido seriamente desarrollada, a pesar de que la municipalidad cuenta con áreas específicas para los jóvenes y los derechos humanos.

Pocos son los espectáculos públicos de carácter gratuito que apunten a generar un espacio de encuentro entre jóvenes. Incluso se les niega sus manifestaciones artísticas cargando de actividades mediadas por el lucro la cartelera municipal de cultura.
Algo de razón tenía José Carlos Halle cuando proponía el cambio de nombre a la capital provincial, que en poco tiempo podría pasar a llamarse, en vez de ParaNo, Paranonos.

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